Películas de terror mexicanas para disfrutar en el Día de Muertos

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El cine de terror mexicano es tan antiguo como la época dorada del cine nacional. Fue explorado en más de una ocasión por reconocidos directores, aunque mantiene un estatus modesto con respecto a otros géneros producidos en el país. Hoy hablaremos de algunas de películas de terror mexicanas que puedes ver en estas fechas tan especiales.

Su importancia actual radica en las numerosas producciones anuales, los festivales especializados que nacieron y se celebran dentro de sus fronteras y el redescubrimiento de una cultura tan cercana al horror desde épocas coloniales, inspiración de grandes obras y subgéneros de la cinematografía nacional veamos algunos ejemplos:

Blue Demon el demonio azul (1965), Blue Demon contra el poder satánico (1966), Blue Demon contra las diabólicas y Blue Demon contra los cerebros infernales (ambas de 1968), donde el luchador estrella ha de combatir a hombres lobos, vampiros y toda especie de monstruos populares del vecino país del norte. Otras obras suyas dentro del género serían La bruja (1954), la trilogía de El jinete sin cabeza (1957), antecedente del terror western, El barón del terror (1962) y La cabeza viviente (1963).

Cine de terror a la mexicana para celebrar Día de Muertos

El vampiro (película) de 1957, obra cumbre del terror mexicano en blanco y negro, protagonizada por Germán Robles, actor principal del género por las siguientes dos décadas, introduciendo por primera vez los típicos colmillos del vampiro un año antes de que Christopher Lee se los colocara para la película Drácula de la británica Hammer.

A este le seguiría su secuela El ataúd del vampiro (1958) y Misterios de ultratumba (1959), además de algunos títulos dedicados al terror western como El grito de la muerte y Los diablos del terror (ambas de 1959).

El misterio del rostro pálido de Bustillo Oro y El Barón del Terror de Chano Urueta. Entre sus obras más conocidas está La llorona (1961) y Un extraño en casa (1968), además de las numerosas películas que haría para el subgénero de luchadores como Las luchadoras vs. el médico asesino (1963), El asesino invisible (1965), La mujer murciélago (1968) y Santo en el tesoro de Drácula (1969) , este última muy polémica por sus escenas de sexo explícito.

A finales de esta década se estrena Hasta el viento tiene miedo (1968) de Carlos Enrique Taboada, uno de los directores más afamados del género, considerado por la crítica y el público como el maestro de la época dorada del cine de terror mexicano. Su obra inaugura la década de los 70 con El libro de piedra (1969), incursiona en el slasher con Más negro que la noche (1975) y culmina su tetralogía clásica en plena década de los 80 con Veneno para las hadas (1984).

Cine de terror a la mexicana para celebrar Día de Muertos

Sus aportaciones marcarían un parteaguas en la producción nacional, alejándose de los subgéneros ya mencionados, tomando temas que van de lo sobrenatural a lo psicológico, mezclando lo cotidiano con lo extraordinario. Influiría a las siguientes generaciones de autores, en plena decadencia de las antiguas formas, hacia un género más crudo y violento.

En la década de los 70 se importarían a México los subgéneros del gore, el slasher americano y el giallo italiano, siendo su principal representante, Juan López Moctezuma. Comenzando con La mansión de la locura (1973), donde ya se ven sus tintes surrealistas y sanguinolentos, continuará con Mary, Mary, Bloody Mary (1975) y su más conocida Alucarda, la hija de las tinieblas (1978), todas ellas con grandes cuotas de polémica ante el excesivo horror que presentaban abordando sin cuidado temas como la religión y el sexo.

A su lado podemos mencionar a Gilberto Martínez Solares, que ya se había adentrado en el género desde La casa del terror (1959), con su Satánico Pandemónium (1975), donde se aleja un poco del subgénero de luchadores que había cultivado antes, además de la incursión de Arturo Ripstein en el género con La Tía Alejandra (1979), más cercana a la atmósfera de Taboada con sendos toques de giallo, así como la última gran obra del terror western El extraño hijo del sheriff(1982) de Fernando Durán.

Películas de terror mexicanas para celebrar Día de Muertos

René Cardona Jr., realizaría sus primeros títulos del género en esta década con La noche de los mil gatos (1972), Tintorera (1977) y El triángulo diabólico de las Bermudas (1978), sobreviviendo así el cine de serie B que volvería a ganar popularidad en la década siguiente con otras obras suyas como El ataque de los pájaros (1987), trabajos que la crítica consideró de muy baja calidad.

Al final de los 80 surge un título interesante en la producción nacional bajo la dirección de Alejandro Jodorowsky, Santa Sangre (1989), sin embargo, no logra tener impacto entre el gran público mexicano.

 

Desde mediados de los ochenta y hasta la mitad de la primera década del 2000 era claro que el género del terror se había estancado, las producciones volvieron a escasear, rescatándose en la década de los 90 unos cuantos trabajos no muy conocidos a pesar del renombre de sus realizadores.

Con Cronos (1992), obra prima de Guillermo del Toro, se retoma una vez más la estética de Taboada, abandonando de momento los ríos de sangre de sus contemporáneos. Su obra sería reconocida posteriormente por la coproducción hispano-mexicana de El espinazo del diablo (2001), cuyo éxito lo llevaría al cine español que tendría en esa década un renacimiento en el género.

Bendita Comida

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