¿Por qué comemos palomitas en el cine?

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Aunque siempre hablemos de películas, estrenos y cine, esta vez queremos compartir contigo, querido lector, esa pasión tan cinéfila y cinematográfica que es el hecho de sentarse a ver una película (ya sea en tu casa, frente a tu pantalla inteligente) o en una sala de cine con una enorme cubeta de palomitas en el cine.

Sabemos que ahora comer palomitas en el cine es un verdadero lujo, ya que su precio es bastante elevado (casi $100 pesos) aunque en otros países resultan más caro, pero es realmente imposible sentarse a ver una película prescindiendo de este producto.

Aunque también sabemos que la venta de comida en el cine (palomitas de maíz incluidas) es la verdadera ganancia del cine, puesto que la venta en la taquilla sirve para sustentar los gastos de distribución y exhibición de la película. Pero veamos todo esto en contexto:

El cine y las palomitas son conceptos estrechamente ligados, ya que disfrutar de una buena película mientras se disfruta del sabor salado de las palomitas de maíz es una combinación más que acertada.

¿Por qué comemos palomitas en el cine?

¿Por qué comemos palomitas en el cine?

Los primeros en comer palomitas en el cine fueron los estadounidenses que sufrieron la Gran Depresión entre los años 1929 y 1933. Fue en esa época donde más de 13 millones de personas acabaron en el paro (sin chamba, pues). Por ello, el cine se convirtió en el principal medio de evasión y entretenimiento de la dura realidad porque, además, era asequible para todos los bolsillos.

Antes de estos años, el séptimo arte todavía estaba reservado a las clases pudientes y, por ello, las salas para las proyecciones todavía parecían una ópera o un teatro y no se permitía comer en su interior, debido a la delicadeza de las alfombras y otros objetos decorativos.

En 1927, cuando llegó el sonido a la gran pantalla, el cine se abrió a toda clase de espectadores. Igual de barato que el cine resultaba comer palomitas durante la proyección, ya que era lo único que podían permitirse los empobrecidos espectadores.

Este alimento triunfó, puesto que los granos de maíz suponían una materia prima muy abundante en Estados Unidos. De esta forma, el público, con poco dinero y mucha hambre, podía alimentarse con un producto que saciara su apetito en las largas sesiones de cine y fuera barato. Y esas eran las palomitas.

Y entonces, las rosetas de maíz se convirtieron en un gran negocio

¿Por qué comemos palomitas en el cine?

En 1931, una mujer llamada Julia Braden ve una oportunidad de negocio en las palomitas y el cine. Decidió montar su propia empresa y empezar a vender palomitas dentro de las salas a cambio de darles un tanto por ciento de los beneficios a los dueños de las mismas.

Entonces los propietarios de los cines cambiaron de opinión, vieron una oportunidad de negocio y de aumentar sus ganancias, por lo que comenzaron a permitir que se consumieran palomitas dentro de los cines.

Julia se hizo millonaria con esta idea y los cines cambiaron su modelo de negocio permitiendo comer en el interior de sus salas. No es hasta 1938 cuando los propietarios de las salas se dan cuenta de que no necesitan un intermediario como Julia para vender palomitas. Si ellos mismos las producen, el 100% de los beneficios irían a parar al cine.

¿Por qué no se vendían otras cosas? El maíz era el producto más barato, mientras que otros dulces o chocolates eran más caros, pues eran de importación. De esta manera consumir palomitas en el cine se convirtió en un hábito que arrastramos hasta hoy.

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