Crítica: Troll, un amistoso e incomprendido gigante milenario llega desde Noruega

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Kaijus, gorilas gigantes, maxi iguanas  de las Islas Galápagos, sobredimensionadas gracias a la radiación, monstruos que llegan – quien sabe de dónde – para destruir Nueva York, dinosaurios radiactivos. Desde la década de los 30 cuando un rudimentario King Kong animado mediante la técnica de stop-motion irrumpió en la pantalla grande, el cine de aventuras ha sido seducido por los titanes o monstruos gigantes, como tú, querido lector, quieras llamarlos. La más reciente entrega llega de la mano de Netflix y se llama: Troll.

Anunciada desde meses atrás, mediante un tráiler que mostraba algo diferente a lo que finalmente llegó a streaming, Troll es dirigida por Roar Uthaug, quien en el pasado ya nos deleitó con algunas producciones bastante entretenidas como “La última ola” (2015) y la más reciente entrega de Tomb Raider: las aventuras de Lara Croft (2018) que llevó en el protagónico a Alicia Vikander y que fue, a la postre, una película entretenida pero que no tiene nada que ver con los dos filmes previos protagonizados por Angeline Jolie, pero esa, amigos, es otra historia.

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¿De qué va Troll?

Como seguramente ya lo saben gracias al tráiler y la sinopsis en el portal de Netflix, Troll narra la historia de un gigante milenario que sale a la superficie, desde las entrañas de la tierra gracias a una explosión provocada por un grupo de obreros que laboran haciendo un túnel a través de una montaña, a pesar de las airadas críticas de un (muy) pequeño grupo de ambientalistas.

Y aquí es, amigos, donde tenemos que advertirles que más adelante hay spoilers, así que, si no han visto la película, mejor vayan a la página principal de Cinefans y lean cualquier otro de nuestros artículos.

Grabada en Noruega, uno de los países más bellos (y menos contaminados) del mundo y presumiendo algunos paisajes realmente arrobadores, Troll incluye a la consabida científica interpretada por Ine Marie Wilmann quien literalmente es arrancada de su proyecto de excavación de fósiles (justo cuando había descubierto el esqueleto de un dinosaurio) y llevada por los también tradicionales militares a un también tradicional bunker donde las altas esferas del gobierno noruego están reunidas para tratar de saber qué diablos pasó en el sitio luego de la explosión.

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Lo mejor y lo peor de Troll

Hasta aquí todo va más o menos bien: Un “algo” que salió de la tierra, caminó a través de las montañas, dejando enormes huellas (sí, igualito que en Godzilla de Roland Emmerich) y de paso arrasando la casa de unos amables viejecitos.

Conforme los minutos transcurren uno se va dando cuenta que al guion le falta “algo”, le falta consistencia, le falta ese ingrediente que te capture desde un inicio. Desde el papel de la científica que transcurre entre comentarios trillados y gags hasta la presencia de algunos clichés típicos del cine actual, como el consabido patiño (Kim Falck), interpretado por el asistente de la primera ministro de Noruega, que se la pasa haciendo su papel de atolondrado, hasta el galante y guapo militar miembro de las fuerzas especiales (Mads Sjøgård Pettersen) que se hace súper cuate, protector y galán de la científica, sin olvidar, claro, al malvado político que quiere destruir a como dé lugar al titán de piedra, aunque para ello tenga que usar armas muy peligrosas, nunca antes probadas por las fuerzas armadas noruegas.

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Tampoco falta, por supuesto, el viejecito barbón y poco aseado que sabe todo de la amenaza gigante (sí, igualito que en ID4 de Roland Emmerich), y que en este caso resulta ser nada más y nada menos que el papa de la científica.

Clichés muy usados en el cine y que perdonamos cuando el guion es bueno, pero no cuando se repiten en una película que pudo dar mucho más.

Y es que Troll cae en un ritmo muy cansado transcurridos los primeros minutos de la película. Uno espera un gigante sanguinario como, de acuerdo con la Wikipedia, es un trol (sí, con una “l”):

Un trol (del nórdico troll) es un temible miembro de una mítica raza antropomorfa del folclore escandinavo. Su papel en los mitos cambia desde gigantes diabólicos —similares a los ogros de los cuentos de hadas ingleses— hasta taimados salvajes más parecidos a hombres que viven bajo tierra en colinas o montículos, inclinados al robo y el rapto de humanos que, en el caso de los infantes, eran sustituidos por niños cambiados. También se les puede llamar “gente de la colina” o “del montículo”.

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¿Y qué tipo de “monstruo” nos regala Troll?

Un apacible y hasta simpático gigante que lo único que desea es reclamar su trono como auténtico rey de Noruega (no, no es broma) y vengarse porque los noruegos antiguos apresaron y asesinaron a todos sus antepasados.

Y es que en realidad aquel gigantón no le hace daño a nadie hasta que es atacado sin razón por los militares que, al más puro estilo gringo, despliegan todo su mortífero arsenal en la zona rural de Noruega, derrumbando árboles a diestra y siniestra para atacar al gigante que incluso, en una escena, salva de la muerte a un niño, demostrando que la gentileza es lo suyo.

En pocas palabras, esta producción noruega nos vuelve a demostrar que el verdadero monstruo de este planeta es el ser humano que, cuando no entiende algo, recurre a lo que mejor sabe hacer: destruir.

Al final, ustedes, al igual que nosotros llegarán a la misma conclusión: ¡Qué poca! ¿Por qué lo destruyeron si era tan buena onda?

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Lo rescatable

Los efectos visuales son muy buenos, lo mismo que la fotografía, por no hablar de los paisajes de la primera mitad de la película ¡increíbles!

En general, las actuaciones van de acuerdo con los papeles desempeñados por los actores, en un filme que actualmente se ubica en el top 10 de Netflix México y que seguramente muy pronto pasará al olvido, no sin antes regalarnos la promesa de una secuela, así que les recomiendo no dejen de ver las escenas post créditos.

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